Los días pasan y el dolor no disminuye. Aumenta la indignación. También el riesgo de que el enojo se convierta en furia ciega. En las últimas semanas, nuevas denuncias de abuso infantil en guarderías subrogadas han sacudido a la ciudad. Ya no son rumores: hay más de 70 carpetas de investigación, cinco centros señalados, y testimonios de más de 20 menores que apuntan a un patrón sistemático y aterrador.
Pero en esta búsqueda urgente de justicia, surgen preguntas difíciles: ¿estamos escuchando a todos? ¿Se están respetando los debidos procesos? ¿Qué papel juega la indignación social frente a una estructura judicial que debe actuar con rigor, no con miedo?
Crisis Estructural, No Episódica
Lo ocurrido no es un hecho aislado. Es una fractura estructural. Un espejo que nos obliga a ver la fragilidad del modelo de cuidado infantil, especialmente en el esquema de subrogación. La respuesta institucional —hasta ahora— ha sido reactiva: clausuras, comparecencias, boletines, detenciones. Pero la percepción pública sigue siendo clara: hay desprotección, hay abandono, y hay una sed legítima de verdad.
El IMSS ha aplicado sus protocolos: suspensión inmediata de estancias involucradas, reubicación de niños, y trabajo con la fiscalía. Sin embargo, cuando la acción llega después del daño, ya no es prevención: es contención. Y eso es insuficiente.
Las Voces Silenciadas
Entre el ruido de titulares y protestas, un rincón ha sido silenciado: el de las responsables de las guarderías señaladas. Directivas y educadoras que, sin negar el horror de los hechos, han entregado bitácoras, videos, cartas y han colaborado en todo momento. Su voz, sin embargo, ha sido ignorada. Nadie las ha escuchado. Nadie ha contrastado sus versiones. Y en el silencio, han sido condenadas sin juicio.
Juárez a Prueba: Entre la Indignación, el Silencio y la Búsqueda de Justicia
